Miércoles 23 de marzo
Jesús fue honesto con sus discípulos (y con nosotros) sobre qué esperar. Les dijo desde el principio que lo iban a matar, pero luego lo resucitarían. También fue honesto con ellos sobre el costo de ser un discípulo. Advirtió a sus discípulos desde el principio que negarse a sí mismo y soportar el sufrimiento son parte de seguirlo. El pasaje de esta semana nos recuerda que el camino de Jesús no siempre es fácil, pero que se esperan dificultades.
Escrituras para esta semana:
Mateo 16: 21-28, Lucas 9: 18-27
Rompiendo moldes
Missy Barnes (Pastor ejecutivo)
Unos pocos versículos antes, Pedro declara que Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios viviente. Entonces Jesús le dice que va a sufrir, morir y resucitar. La respuesta de Pedro es: “¡Nunca, Señor! ¡Esto nunca te pasará a ti!”
Pedro sabía quién era Jesús. Creó un futuro para él, uno que se suponía debía conquistar, no sufrir y morir. Tenía un ideal de lo que debería ser un Mesías y cómo se vería eso para su vida, su pueblo y el mundo. Según Pedro, se suponía que Jesús no debía sufrir ni morir. Pero Jesús no se definió por lo que otros pensaban de él o por lo que otros pensaban que se suponía que era. Hizo las cosas de manera diferente. Estaba enfocado en las preocupaciones de Dios, no del hombre. Gracias a Dios por eso, porque el plan de Pedro no nos habría llevado a ninguna parte.
¿Cuántas veces he hecho lo mismo? ¿Cuántas veces he determinado lo que Dios debería o no debería hacer? ¿Cuántas veces he creado al Dios que encaja en mi molde? Jesús no encaja en ningún molde. No podemos hacer de él lo que queremos. Él es nuestro Salvador, el que conquistó la muerte, nuestra vida eterna.
Preguntas para reflexionar:
Piense: ¿Qué expectativas tenía Pedro del Mesías? (Si necesita ayuda para responder esta pregunta, intente buscar en Google las “expectativas judías del Mesías”). ¿En qué se diferencian las palabras de Jesús en este pasaje de esas expectativas?
Ore: Pregúntele hoy a Dios cómo ha tratado de hacer que se ajuste a su propio molde de quién cree que debería ser o cómo cree que debería comportarse. Pasa algún tiempo en silencio pidiéndole a Dios que te ayude a romper estos moldes.
Responda: En la próxima semana, piense en las formas en que Dios ha roto los moldes que has tratado de ponerle. Es posible que desee hacer una lista o dedicar un tiempo a escribir un diario sobre esto. Además, tómese un tiempo para hacer esta pregunta a otros y vea lo que aprende acerca de Dios.